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«Tesoros de la Fe» Nº 7 > Tema “Las mil devociones a la Santísima Virgen en el Perú”

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La Mamacha Carmen de Paucartambo


La belleza de esta imagen es sencillamente extraordinaria, así como la del Niño Jesús, que en alegre expresión infantil descansa sobre su brazo izquierdo. El color marrón oscuro del hábito carmelita, una capa amplia y mantilla blancas, con bordados de hilos de oro y plata, contrastan con la hermosura de su delicado rostro y expresión. Ciñe una gran corona sobre la cabeza y sostiene un cetro de oro en la mano derecha, símbolos de su realeza y autoridad. Completan el conjunto un pectoral bordado con piedras preciosas, pequeños escapularios que penden de las manos del Niño Jesús y numerosas joyas.


La “Mamacha” Carmen de Paucartambo


La Santa Iglesia celebra el 16 de julio la solemne fiesta de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, que es una de las advocaciones más conocidas y queridas a la Madre de Dios. Su origen se remonta, según una antigua tradición, al Profeta San Elías, quien en el siglo IX a.C., junto a San Eliseo y sus demás discípulos, se estableció en el Monte Carmelo, en Palestina, donde ya veneraban a Aquella que vendría un día a ser la Madre del Redentor.

La Santísima Virgen era entonces simbolizada por la nubecita que apareció cuando San Elías pidió a Dios que pusiese fin a una prolongada sequía que asolaba al pueblo como castigo, nube ésa de la cual cayó finalmente una bendita y abundantísima lluvia que reverdeció la tierra, anunciando las gracias que recibiría la Humanidad cuando fuese redimida por Nuestro Señor Jesucristo.

Esos ermitaños se sucedieron a través de muchas generaciones hasta la Edad Media, y, cuando los musulmanes dominaron Tierra Santa, fueron forzados a huir a Europa, enfrentando grandes dificultades y corriendo riesgo de extinción.

Entonces un carmelita inglés, San Simón Stock, fue elegido Superior General de la Orden y, angustiado con la situación en que se encontraban, comenzó a suplicar incesantemente a la Santísima Virgen para que los protegiese. La respuesta de la Madre de Dios no se hizo esperar y fue de una elocuencia impar.

El 16 de julio de 1251, cuando el santo rezaba en el convento de Cambridge, se le apareció Nuestra Señora revestida del hábito carmelita, llevando en sus brazos al Niño Jesús y dándole un escapulario para ser difundido entre los fieles, confiriendo privilegios inéditos a aquellos a quienes les fuese impuesto y lo usasen. Mostraba así una predilección excepcional por la Orden Carmelita, sobre la cual recaían grandes designios de la Divina Providencia.

Nuestra Señora del Carmen es, pues, especialísimamente Patrona de todos aquellos que desean, más que cualquier otra cosa, ser fieles a los designios de Dios y a la Santa Iglesia, resistir la opresión del paganismo y que brille el esplendor de la Cristiandad, o sea, que en breve triunfe la Santísima Virgen sobre los ataques del demonio y sus secuaces, de un lado, y sobre las debilidades y faltas de sus propios hijos, de otro.

La devoción a la Virgen del Carmen en el Perú

Por eso, entre los muchos modos como los peruanos manifestamos nuestro amor y veneración a la Santísima Virgen se destaca la devoción a Nuestra Señora del Carmen, también conocida en los pueblos andinos como la Mamacha Carmen.

Su presencia en el Perú se refleja de modo especial en la existencia de dieciocho Monasterios de Madres Carmelitas que iluminan nuestro suelo; en la popularísima devoción al Escapulario, tan difundido en todas las clases sociales; en el número de localidades que han tomado su nombre o que la tienen por patrona; y, en las sagradas imágenes de esta advoción que se les presta culto en casi todas las regiones.

Sólo en la Ciudad de los Reyes, antigua capital virreinal y hoy urbe cosmopolita, hay actualmente dos claustros de la Orden de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo: el Monasterio del Carmen, en los Barrios Altos, y el Monasterio de las Nazarenas, en pleno centro de la ciudad. El Carmen Alto guarda una hermosa imagen de la Virgen del Carmen que sale en procesión por las calles de Lima en el mes de julio, y el de Nazarenas cobija al portentoso Señor de los Milagros, que viste a la ciudad de morado en el mes de octubre.

Y a una legua del vecino puerto del Callao, tenemos a la Virgen del Carmen de la Legua, que se venera en su pequeña iglesia desde comienzos del siglo XVII y que da su nombre a uno de los actuales distritos chalacos. Ahí también, hace algunos años, se estableció un Monasterio de Madres Carmelitas en antiguos terrenos del fundo Oquendo.

La mayor gloria de la provincia de Paucartambo

Sin embargo, entre tantas imágenes de María del Carmen que aquí encontramos, atrae nuestra atención especialmente una, por su singular belleza, encanto sobrenatural, y por el enorme cariño con que la honran sus paisanos, incluso de parajes muy remotos, habiendo recibido además la presea insigne de su coronación canónica. Se trata de la Mamacha Carmen venerada en la localidad de Paucartambo, en el Departamento del Cusco.

La fisonomía de su rostro trasluce simultáneamente profundidad, felicidad y contento. Según el testimonio de muchos devotos, su tez, de un blanco rosado pálido, varía notablemente de expresión. A estas variaciones, contribuyen tanto el color de su rico vestuario como los cambios de luz natural. Pero se trata de un fenómeno real, fácilmente perceptible.

Artífices locales esculpieron el cuerpo con maguey, yeso y tela de medio candelabro. Según especialistas, la cabeza y las manos fueron talladas por artistas cusqueños, debido al parecido con diversas imágenes esculpidas por Basilio de Santa Cruz, Antonio Sinchi Roca, Bernardo Inca o sus discípulos indígenas; famosos pintores y escultores de la época de Mons. Manuel de Mollinedo y Angulo, gran Obispo y mecenas del Cusco (1673-1699).

Iglesia principal de Paucartambo

Cautivadoras historias adornan su origen con un velo de misterio

De las diversas narraciones que cuentan cómo llegó la Mamacha a Paucartambo, destacamos la que se refiere a la conversión de los chunchos. Hacia el siglo XVII, había en el valle de Q’osñipata más de 360 haciendas. Todos los años, una imagen de la Virgen del Carmen era llevada desde la hacienda Asunción a Paucartambo para la fiesta de Corpus, como sucedía con otras imágenes de santos de la Selva.

Cierta vez se rebelaron los salvajes y con feroz brutalidad destruyeron y quemaron las haciendas del valle, dieron muerte a los habitantes blancos y atacaron finalmente la iglesia. Las flechas de los chunchos hirieron el cuerpo de la Virgen en el ojo y en el pecho. Y por fin la arrojaron al río Amaru Mayu (Río de la Serpiente), el cual desde entonces se llama Madre de Dios por haber arrastrado la imagen de la Virgen y haberla posado en un islote, lugar desde el cual se la recuperó y trasladó después a Paucartambo.

Ésta como otras tradiciones se ven reflejadas en los pintorescos bailes que con gran despliegue y vistosidad acompañan hasta el día de hoy las celebraciones. La danza de los chunchos, por ejemplo, alude a la vida guerrera de los salvajes que, según el pensamiento popular, ofrecen sus bailes a la Virgen que, pese a sus faltas, les guarda una especial predilección.

Una gran devoción que perdura en el tiempo

El culto a la Virgen del Carmen de Paucartambo se ha mantenido vivo por más de tres siglos y la fiesta del 16 de julio conserva su importancia pese a la decadencia general de la religiosidad en nuestros días, lo cual se manifiesta en la presencia de costumbres neopaganas que procuran contaminar la celebración tradicional.

El 3 de febrero de 1985, la imagen fue coronada pontificalmente por Juan Pablo II en la fortaleza de Sacsayhuamán sobre un altar monumental levantado para el efecto sobre el Trono del Inca, una imagen de la victoria de la misericordia maternal de la Virgen sobre sus hijos díscolos y finalmente convertidos.

Asimismo, durante las fiestas de Paucartambo, muchos peregrinos se trasladan de madrugada al paraje denominado Tres Cruces, a 5.000 metros sobre el nivel del mar, para contemplar el nacimiento del sol. Bellísimo símbolo de una nueva era de Fe que vendrá para el mundo bajo los inefables auspicios de la Santísima Virgen.     


Obra consultada.-

* Segundo Villasante Ortiz, Mamacha Carmen, Serie “Paucartambo”, t. II, Cusco, 1980.





  




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