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«Tesoros de la Fe» Nº 37 > Tema “Reflexiones de Plinio Corrêa de Oliveira”

Plinio Corrêa de Oliveira  [+]  Versión Imprimible
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Madre de la Divina Gracia



Al comenzar un nuevo año, es natural que nos volvamos hacia la Virgen Madre para impetrar su protección, tal como lo hiciera hace dos mil años el mismo Niño Dios en la gruta de Belén. Mas, en la actual época de incertidumbres y crisis en que vivimos, de raíz principalmente religiosa y moral, ¿qué diría la Santísima Virgen a quien se arrodillase delante de una imagen suya, como por ejemplo, la de la Medalla Milagrosa?

Plinio Correa de Oliveira imaginó admirablemente para nosotros esta escena y puso en los labios de la Inmaculada estas tiernas palabras:

En mí verás:
El reflejo sin mancha de la Bondad increada y absoluta,
Todo cuanto quiero dar porque soy buena,
Todo cuanto deseo conceder porque soy Madre,
Todo cuanto puedo dar porque soy Reina.

Todo ello, hijo mío, lo voy irradiando sobre los hombres.
Esta imagen mía, no te dice una sola palabra. Sin embargo, hago algo mucho mejor que hablar a tus oídos: te comunico una gracia que te habla en el fondo del alma.
¿Notas en ti esa paz que transborda de mi Corazón Inmaculado, que te envuelve, que te penetra por completo?
Esa paz que ninguna alegría terrena puede traer, y que te hace sentir una tranquilidad interior en la cual resuena mi voz inaudible.
En lo que concierne a tus justos anhelos, ¡todo está resuelto! Y aquello que no lo estuviere, se resolverá oportunamente, según los designios amorosos de Dios. Confía en mí, que todo lo resolveré.

Acepta esta sonrisa,
Ponle atención a la voz de la gracia.
Imprégnate de esta bondad,
Y no dudes jamás.
     





  




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Tesoros de la Fe


Nº 257 / Mayo de 2023

París, Mayo de 1968
La Revolución de la Sorbona

Barrio Latino de París, en la mañana del 11 de mayo de 1968, después de los violentos disturbios de la víspera



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31 de mayo

Visitación de Nuestra Señora

+ . Anteriormente Fiesta de Nuestra Señora Reina. En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor...(Lucas 1:39-46) La celebración de la fiesta es iniciativa de San Buenaventura, franciscano, en 1263. El Papa Urbano VI (reinó de 1378-1389), la extendió a toda la Iglesia, pidiendo el fin del cisma que sufría la Iglesia.

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