Palabras del Director Mayo de 2020 – Año XIX

Estimados amigos:

Las epidemias acompañan al ser humano prácticamente desde que fue expulsado del Paraíso Terrenal o Jardín del Edén. ¡Quién no se impresionó, por ejemplo, al oír por primera vez la narración bíblica de las diez plagas de Egipto! Los propios Evangelios registran curaciones milagrosas de leprosos operadas por Nuestro Señor Jesucristo (cf. Mt 8, 1-4; Lc 17, 11-19).

Griegos y romanos enfrentaron pandemias en su tiempo: Hipócrates lo hizo con el cólera y Galeno con la viruela. A fines de la Edad Media la “peste negra” diezmó a un tercio de la población europea. Y siglo y medio después la viruela se encarnizó con los habitantes nativos de América. A todas estas pandemias aventajó en número de víctimas la “gripe española” de 1917 a 1920.

Pero el sufrimiento y la muerte, en la era cristiana, dio expansión a las obras de caridad y de misericordia. Hospitales, sanatorios, lazaretos, se levantaron por todas partes. Nacieron también las rogativas y procesiones para aplacar a la justicia divina. Sobresaliendo en las calamidades el heroísmo de los santos, que se desvelaron para atender espiritual y materialmente a los apestados.

Luego, como que conmovido por tantos e insistentes ruegos, Dios misericordioso acudió en auxilio de sus hijos arrepentidos. Y lo hizo comúnmente a través de una imagen, de un sacramental o de una aparición.

Un ícono de María, “Salus Populi Romani”, aplacó la peste en la Ciudad Eterna el año 590, y el Cristo milagroso de San Marcelo la salvó nuevamente en 1522. El detente del Sagrado Corazón de Jesús detuvo la peste de Marsella en 1720; y, la Medalla Milagrosa curó a miles de enfermos y consoló a los afligidos durante la epidemia de cólera que asoló a Francia en 1832. Pero fue la Virgen de Monte Bérico, en persona, que se apareció en 1426 y 1428 a las afueras de Vicenza, para poner fin a los padecimientos que asolaban cruelmente al noreste de Italia.

Sobre este último suceso, con la venia de nuestros lectores, nos extendemos a continuación.

En Jesús y María,

El Director

El genio artístico de Italia Eutanasia en Portugal: Una tragedia anunciada
Eutanasia en Portugal: Una tragedia anunciada
El genio artístico de Italia



Tesoros de la Fe N°221 mayo 2020


Una promesa, una esperanza Basílica de la Madonna de Monte Bérico
Mayo de 2020 – Año XIX Eutanasia en Portugal: Una tragedia anunciada La Virgen en el mediodía ¿Por qué los jeans rotos y las zapatillas sucias son motivo de angustia? La Madonna de Monte Bérico San Juan de Ávila ¿Es posible el sacerdocio femenino en la Iglesia? El genio artístico de Italia



 Artículos relacionados
San Ignacio de Láconi Francisco Ignacio Vicente Peis, el segundo de nueve hermanos, nació en la ciudad de Láconi, en el corazón de la isla de Cerdeña, el 17 de noviembre de 1701...

Leer artículo

Por qué no hay paz Nunca se habló tanto de paz como en nuestra época. ¡Sin embargo, nunca hubo tanta violencia!...

Leer artículo

La Basílica de San Juan de Letrán y el Arco del Triunfo La primera fotografía presenta la Basílica de San Juan de Letrán, en Roma, en su dignidad y distinción de auténtica y maternal reina...

Leer artículo

¿Condena la Iglesia Católica los horóscopos y las prácticas supersticiosas? La pregunta de mi interlocutor es muy pertinente, porque cuando la fe entre los fieles declina, las supersticiones en la sociedad aumentan automáticamente...

Leer artículo

San Luis San Luis de Francia nació el día 25 de abril de 1215, hijo de Luis VIII y de Blanca de Castilla, nieta, hija, esposa, hermana y madre de reyes...

Leer artículo





Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino