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«Tesoros de la Fe» Nº 199

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Educación y señorío

Gabriel J. Wilson

Al visitar el valle del río Dordoña, en el centro-sur de Francia, me deparé con esta escena insólita: un educado representante de la raza canina en la ventana de una linda casa, con tal aire de superioridad que parecía ser el dueño…

Ahora bien, esa casa perteneció al antiguo batteur de la monnaie, o sea, el equivalente a la Casa de la Moneda en nuestros días.

La escena me intrigó. ¿Cómo puede un animal portarse casi como un ser humano? Tal vez me equivoque, pero para que un feroz boxer tome esa actitud solo puede haber sido por una esmerada educación. Y esa educación llegó al punto de que el animal manifieste hasta cierto aire de señorío. ¿Estará así imitando a su dueño o dueña?

Probablemente jamás lo sabremos. Pero nos queda la lección: en los tristes días en que vivimos, cuán pocos seres humanos reciben una verdadera educación para la vida. Cuántos se rebajan hasta donde a veces no lo permite ni siquiera el instinto de los animales. La dejadez, el desorden, el espíritu revolucionario degradan a las personas que poseen un alma inmortal ¡y que serán juzgadas por Dios al final de esta vida!

Si la tarea de la educación es de las más nobles y meritorias, por eso mismo debería constituir la mayor preocupación, no apenas de todos los padres, madres y educadores, sino también de todos los gobernantes. Lamentablemente no es lo que ocurre en nuestros días.



  




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Tesoros de la Fe


Nº 257 / Mayo de 2023

París, Mayo de 1968
La Revolución de la Sorbona

Barrio Latino de París, en la mañana del 11 de mayo de 1968, después de los violentos disturbios de la víspera



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31 de mayo

Visitación de Nuestra Señora

+ . Anteriormente Fiesta de Nuestra Señora Reina. En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor...(Lucas 1:39-46) La celebración de la fiesta es iniciativa de San Buenaventura, franciscano, en 1263. El Papa Urbano VI (reinó de 1378-1389), la extendió a toda la Iglesia, pidiendo el fin del cisma que sufría la Iglesia.

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