Especiales El boulevard de los Capuchinos y el Teatro Vaudeville

ean Béraud, 1889
Museo Carnavalet, París

Felipe Barandiarán

Jean Béraud es uno de los grandes pintores de la vida parisina de la Belle-époque. Nació en San Petersburgo en 1849, pues su padre trabajaba allí como escultor. Estudió Derecho antes de entrar como alumno en el taller del pintor León Bonnat. Las escenas cotidianas que escoge tienen con frecuencia una punta de ironía y están llenas de vida y color, a pesar de producirse bajo el cielo gris y húmedo de la capital francesa.

Vemos aquí a un joven suboficial del regimiento de dragones, que cruza ufano la calle, enfundado en su lustroso uniforme, mirada al frente, la mano sobre el sable, guantes blancos, y espuelas. Un soldado le saluda en la distancia. Recogiéndose con la mano un poco los vuelos del vestido, una señorita cruza la calle en sentido opuesto, y mira con discreción al paso. Lleva una de esas características cajas sombrereras; tal vez esté haciendo alguna entrega.

Instantánea del brillo y la vida elegante de los bulevares parisinos, con sus cafés, sus teatros, sus características columnas Morris, en las que se anuncian los espectáculos en boga… Efervescencia en el paseo, poblado de respetables caballeros con chistera, que conversan animadamente, o leen el periódico con pasión. Al fondo, a la izquierda, en el propio bulevar de los Capuchinos, se aprecia un “autobús-diligencia”, de dos pisos, tirado por caballos, probablemente el Madeleine-Bastille. Frente a nosotros, haciendo esquina, el teatro Vaudeville, con sus puertas abiertas. Delante, un distinguido coche de caballos pasa en ese momento.

Jean Béraud nos sitúa en este lado de la acera, y nos muestra el brillo y la elegancia de la vida parisina. Nos deja a nosotros la decisión de, admirándola, cruzar la calle y hacer parte de ese mundo en el que la cortesía, la educación, el respeto y las buenas maneras modelaban las relaciones humanas. 

Dios es un maestro que examina y dictamina La indisolubilidad del matrimonio (Segunda Parte)
La indisolubilidad del matrimonio (Segunda Parte)
Dios es un maestro que examina y dictamina



Tesoros de la Fe N°260 agosto 2023


Venerable Lucía de Fátima La vidente está más cerca de subir a los altares
Agosto de 2023 – Año XXII Dios es un maestro que examina y dictamina El boulevard de los Capuchinos y el Teatro Vaudeville La indisolubilidad del matrimonio La Santa Sede reconoce las virtudes heroicas de la hermana Lucía La Primera Comunión de Lucía Santa Jeanne-Élisabeth Bichier des Âges Deportes: de la recreación a la obsesión Chenonceau: el castillo cisne



 Artículos relacionados
Clasicismo pagano y delirio neopagano Emergiendo de una arboleda sombría y apacible, con el fondo de montañas de contornos delicados y las plácidas aguas del puerto de Hong Kong, se alza la famosa Pagoda Blanca...

Leer artículo

Rico no es sinónimo de ladrón ni de avariento No me cansaré de decir que no acuso al rico, sino al ladrón. Rico no es sinónimo de ladrón, ni opulento lo es de avaro. Distinguid bien y no confundáis cosas tan diferentes. ¿Sois ricos? No hay ningún mal en ello. ¿Sois ladrones? Os acuso...

Leer artículo

María en el Dogma A fin de proporcionar un conocimiento más profundo de la doctrina mariana y el consecuente incremento de la devoción a la Santísima Virgen, Tesoros de la Fe ofrece a sus lectores, en este mes de mayo dedicado especialmente a la Madre de Dios...

Leer artículo

Cuando los hombres se alejan de Dios, se corrompen las costumbres y decae la propia civilización Cuando se rompen los vínculos que atan al hombre a Dios, que es el legislador y juez supremo y universal, no queda sino la apariencia de una moral meramente profana, o como ellos dicen, de una moral independiente que hace caso omiso de la Razón eterna y de los preceptos divinos...

Leer artículo

El amor a los hijos Hay que amar mucho a los hijos: para consentir en tenerlos, para no molestarse con sus exigencias y, para llegar en ese cariño a lo sobrenatural...

Leer artículo





Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino