Jesús quiere servirse de ti para hacerme conocer y amar. Él quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A quien la abrace le prometo la salvación.
“Si amamos a Dios sobre todas las cosas, inmolémonos por Él. Si amamos al prójimo como a nosotros mismos, démosle la Fe, nuestro mayor Tesoro” – Plinio Corrêa de Oliveira
Hace más de dos mil años, en las tinieblas de un mundo pagano, cuando menos se imaginaba y donde menos se esperaba, una luz muy pura se encendió en un pueblito de Judea llamado Belén.
En 1858, con apenas 23 años de edad, el seminarista Giuseppe
Melchiorre Sarto, futuro San Pío X, fue ordenado sacerdote y designando a la
parroquia de Tombolo, de 1.500 almas, en el distrito de Trentino, en Italia.
El desvelo de María Santísima por
los indígenas en América Latina es prodigioso, como lo abonan numerosas
apariciones y milagros. Para humillación del indigenismo revolucionario, la
Virgen apoya, protege y defiende a los indios que aceptan la verdadera fe, y
combate a aquellos que insisten en permanecer en las tinieblas de la idolatría
pagana.
Estoy
sin saber qué hacer. Soy católica y mantuve a mis hijas dentro de la Iglesia,
mientras pude. Ahora ellas están frecuentando una iglesia evangélica. Por
favor, deme una luz, dígame qué debo hacer y cómo me debo comportar ante esta
situación, pues quiero que ellas vuelvan al Padre.
En la liturgia, la fiesta de la Navidad ocupa ciertamente un lugar
considerable. La piedad de los fieles hizo de ella una de las fechas más
relevantes del año. Y esto por varias razones. El nacimiento del Salvador
constituye en sí mismo un honor de infinito valor para el género humano.
El Panettone o Panetón, como tantas otras costumbres católicas identificadas con la Navidad, tuvo su origen en plena Edad Media, en la región de Lombardía, Italia.
La Providencia suscitó a este santo fundador de los trinitarios a fines del siglo XII, para romper las cadenas de los cautivos cristianos en tierras musulmanas
La fiesta de la Santa Navidad tiene el privilegio —al menos es la impresión
personal que tengo— de interrumpir el tiempo. Una persona puede estar en la
peor situación aflictiva; al llegar la Navidad, se abre como que un paredón y
las desgracias quedan del otro lado. ¡Repican las campanas, la Navidad comenzó!
¡Cristo nació: alegría para todos los hombres!
+349, d.C. Tréveris. Dejó el país natal atraído por la fama de las virtudes de San Agricio, Obispo de Tréveris, de quien se tornó discípulo. Con la muerte de éste, fue elevado a aquella Sede, donde se notabilizó por la intrépida defensa de la ortodoxia (= verdadera doctrina) y al acoger a San Atanasio, entonces exiliado.