“Si amamos a Dios sobre todas las cosas, inmolémonos por Él. Si amamos al prójimo como a nosotros mismos, démosle la Fe, nuestro mayor Tesoro” – Plinio Corrêa de Oliveira
Palabras del Director
Nº 106 - Octubre 2010 - Año IX
Entre las más intensas reminiscencias de la infancia, guardo aquellas plácidas tardes de octubre en que acompañaba a mi madre a la Iglesia de las Nazarenas, en el Centro de Lima, para que rezara la Novena al Señor de los Milagros.
Entre la luz y las tinieblas la armonía es imposible
Están, pues, equivocados los que creen posible y esperan para la Iglesia un estado de plena tranquilidad, de prosperidad, y un reconocimiento práctico y unánime de su poder, sin contradicción alguna.
Incongruencias en la lucha contra el sida
En el 18º Congreso Internacional sobre el Sida, realizado en Viena: maciza presencia de organizaciones homosexuales, ausencia de personalidades políticas y creciente distanciamiento del público.
Estaremos presenciando la muerte de la modestia
Bajo el título ¿Estaremos presenciando la muerte de la modestia? la revista norteamericana “Catholique Online” publica un artículo de Jennifer Hartline, católica fervorosa, esposa y madre de tres preciosos hijos.
El Señor de los Milagros
Al dar a luz esta semblanza sobre el Señor de los Milagros, queremos honrar a todos aquellos que hoy mantienen viva esta devoción en medio de las circunstancias siempre nuevas de los siglos.
Vida mecánica, vida natural
En efecto, la máquina tiende a sujetar completamente a su ritmo mecánico todo el trabajo humano. El trabajo, y más que el trabajo las diversiones, la vida de familia, en fin, toda la existencia.
Verdadera caridad y mera filantropía según San Pablo
La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés. La caridad todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Gran propulsor de la victoria cristiana sobre los mahometanos en Belgrado, pacificó contiendas, obró innumerables milagros y fue inquisidor contra la secta herética de los Fraticelli.
+349, d.C. Tréveris. Dejó el país natal atraído por la fama de las virtudes de San Agricio, Obispo de Tréveris, de quien se tornó discípulo. Con la muerte de éste, fue elevado a aquella Sede, donde se notabilizó por la intrépida defensa de la ortodoxia (= verdadera doctrina) y al acoger a San Atanasio, entonces exiliado.