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El Milagro de la Santa Casa de Loreto
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Oración a Nuestra Señora
de Fátima

(español)


 

 

 

¡Oh!, Reina de Fátima, en esta hora de tantos peligros para nuestro País y todas las naciones de América Latina, apartad de ellas el flagelo del comunismo ateo.

No permitáis que consiga instaurarse, en tantos países nacidos y formados bajo el influjo sagrado de la Civilización Cristiana, el régimen comunista que niega todos los Mandamientos de la Ley de Dios.

Para esto, ¡oh, Señora!, mantened vivo e incrementad el rechazo que el comunismo ha encontrado en todas las clases sociales de América Latina.

Ayudadnos a tener siempre presente que:

a) El Decálogo nos manda “amar a Dios sobre todas las cosas”, “no tomar su Santo Nombre en vano” y “guardar los domingos y fiestas de precepto”. Y el comunismo ateo hace todo para extinguir la Fe, llevar a los hombres a la blasfemia y crear obstáculos a la normal y pacífica celebración del culto;

b) el Decálogo manda “honrar padre y madre”, “no pecar contra la castidad” y “no desear la mujer del prójimo”. Ahora bien, el comunismo desea romper los vínculos entre padres e hijos, entregando la educación de estos en manos del Estado. El comunismo niega el valor de la virginidad y enseña que el matrimonio puede ser disuelto por cualquier motivo, por la mera voluntad de uno de los cónyuges;

c) el Decálogo manda “no hurtar” y “no codiciar los bienes ajenos”. Y el comunismo niega la propiedad privada y su tan importante función social;

d) el Decálogo manda “no matar”. Y el comunismo emplea la guerra de conquista como medio de su expansión ideológica y promueve revoluciones y crímenes en todo el mundo;

e) el Decálogo manda “no levantar falso testimonio”, y el comunismo usa sistemáticamente la mentira como arma de propaganda.

Haced que, cerrando resueltamente las puertas a la penetración comunista, nuestra Patria y todas las naciones hermanas de América Latina puedan contribuir para que se acerque el día de la gloriosa victoria que predijisteis en Fátima con estas palabras tan llenas de esperanza y dulzura:

“Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará”

(con licencia eclesiástica)