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El Milagro de la Santa Casa de Loreto
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Lágrimas, milagroso aviso



Fotografías tomadas en el momento que la Imagen de la Virgen de Fátima vierte lágrimas milagrosamente

Los diarios del 21 de julio de 1972 publicaron una fotografía procedente de Nueva Orleans, en los Estados Unidos, en la cual se veía a la imagen peregrina de la Virgen de Fátima vertiendo lágrimas.

El P. Breault, como encargado de la imagen, notando alguna humedad en sus ojos el día 17 de julio de 1972, llamó por teléfono al P. Romagosa, quien llegó a las 21:30 horas, trayendo fotógrafos y periodistas. Pasó entonces el dedo por la superficie húmeda de la imagen  y recogió una gota del líquido. Ésta era la 13ª lacrimación de la imagen.

A las 6:15 horas de la mañana siguiente, el P. Breault llamó nuevamente al P. Romagosa, informándole que desde las cuatro de la mañana la imagen lloraba. “Cuando llegué a la iglesia —narra él— vi una abundancia de líquido en los ojos de la imagen, y una gota grande de líquido en la punta de la nariz de la misma”. Fue esta gota, tan graciosamente pendiente, la que la fotografía de los diarios mostró al público.

El sacerdote añade que vio “un movimiento del líquido mientras surgía lentamente del párpado inferior”.

Pero el P. Romagosa quería eliminar dudas. Terminado el llanto, realizó una prueba tras otra hasta dejar cabalmente probado que no era posible ninguna filtración de líquido hacia los ojos.

Sólo entonces se arrodilló y creyó.

El misterioso llanto nos muestra a la Virgen María llorando sobre el mundo contemporáneo como otrora Jesucristo lloró sobre Jerusalén. Lágrimas de afecto tiernísimo, lágrimas de dolor profundo, en la previsión del castigo que vendrá.

Vendrá para los hombres de este siglo, si no renuncian a la impiedad y a la corrupción.

Pero, alguien dirá, ésta no es una meditación propia para la amenidad en la cual me gusta vivir.

— ¿No es preferible conocer hoy la suave manifestación de la profética melancolía de nuestra Madre, a soportar los días de amargura trágica que, si no nos enmendamos tendrán que venir? Si vienen, me parece lógico que habrá en ellos, por lo menos una misericordia especial para los que hayan tomado en serio, en su vida personal, el milagroso aviso de María.     


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