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Amar la Cruz



Cada año que pasa, la “amnesia” y la indiferencia religiosa en la Semana Santa van en aumento, y Nuestro Señor Jesucristo es el gran olvidado


Señor Jesús, Varón de Dolores, en vuestra Alma y en vuestro Cuerpo sufristeis todo cuanto  es dado a un hombre sufrir. Contemplo vuestro cadáver bajado del patíbulo, vuestra humanidad como que aniquilada y vuestra Sangre infinitamente preciosa, hasta la última gota vertida, a lo largo de la Pasión.

Por todos los siglos de los siglos, represen­taréis el dolor en el horizonte interior de nuestras almas. El dolor, con todo cuanto tiene de noble, de fuerte, de grave, de dulce y de sublime. El dolor elevado del simple ámbito de las consideraciones filosóficas al firmamento infinito de la Fe. El dolor comprendido en su significación teológica, como expiación necesaria y como medio indispensable de santificación.

Por el mérito infinito de vuestra preciosísima Sangre, dad a nuestra inteligencia la claridad necesaria para comprender el papel del dolor, y a nuestra voluntad la fuerza para amarlo con todas las fibras de nuestras almas.

Sólo por la comprensión del papel del dolor y del misterio de la Cruz, es que la humanidad puede salvarse de la tremenda crisis en que se está hundiendo, y de las penas eternas que aguardan a los que hasta el último momento perma­necieren cerrados a vuestra invitación para seguir con Vos la vía dolorosa.

María Santísima, Madre Dolorosa, por vuestras oraciones obtened que Dios multiplique sobre la tierra almas que amen la Cruz.

Ésta es la gracia de incalculable valor, que os pedimos, en el crepúsculo de nuestra pobre y estropeada civilización.     


(Texto tomado del libro Amar la Cruz, cubiertas interiores)


A juzgar por cierta propaganda que nos invadió durante la Cuaresma, entenderíamos a ésta como un período que precede a una importante temporada de vacaciones, una ocasión para buscar —como decía un periódico limeño— “pasarlo bien”.

Tentadoras ofertas para viajar dentro y fuera del país. Relajantes cruceros por el Caribe o placenteras compras en Miami. Alegres excursiones o campamentos en las playas del norte o del sur. O entonces, unos días inolvidables en el Callejón de Huaylas, Tarma o Ayacucho, y de pasadita —para evitar incómodos remordimientos de conciencia— visitar una iglesia o asistir a algún acto de piedad, que la revolución cultural menosprecia con el calificativo de “folclore religioso”.

Y en la gran urbe, salvo contadas procesiones que aún perduran en las zonas céntricas, calles semidesiertas y pequeñas ruedas de “aburridos” que no tuvieron los medios para salir de viaje o entretenerse mejor.

¿No caracteriza esto una indiferencia casi completa con la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo?

Así, la Semana Santa se va transformando poco a poco... en un mar de pecados que aumenta año a año.  Dos mil años después del mayor acto de amor consignado en la Historia, Nuestro Señor es nuevamente ofendido y ultrajado, esta vez por los que persisten en llamarse a sí mismos de cristianos...

El deseo de ofrecer a Dios una reparación proporcionada ante tanto pecado y una impresionante consideración de Jacinta

En previsión de todo esto, considerábamos cómo ofrecer a Nuestro Señor Jesucristo y a María Santísima una reparación, cuando cayeron en nuestras manos estas impresionantes declaraciones de la pequeña Beata Jacinta Marto, la menor de los tres videntes de Fátima:

“Los hombres se pierden porque no piensan en la muerte de Nuestro Señor y no hacen penitencia”.

Estas palabras nos hicieron reflexionar sobre la necesidad, cada vez mayor, que las personas tienen de meditar en la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo para obtener la salvación de sus almas, especialmente en los críticos días de hoy...

Un viejo y ansiado anhelo de juventud, que se encontraba esperando una ocasión propicia, se hace finalmente realidad

Así fue revivido un viejo proyecto: reunir en un libro los extraordinarios artículos que el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira (1908-1995), inspirador de nuestra campaña, escribió sobre estos temas a lo largo de seis décadas para el semanario católico “El Legionario” y la revista “Catolicismo” del Brasil.

Artículos en los que sobresale el incomparable brillo y la profunda devoción con que el autor trata las materias relacionadas con la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

La principal dificultad con que nos deparamos fue su difícil selección, pues un solo volumen era insuficiente para recoger tan vasta producción.

El libro Amar la Cruz es el primer fruto de este empeño en ayudar a crear conciencia del inestimable valor de nuestra Redención. Fue ideado para que Ud. y muchos otros puedan beneficiarse con algunas muestras de la admirable piedad del profesor Plinio Corrêa de Oliveira.

La publicación fue enviada, en primer lugar, a los participantes más activos de la campaña. Como son pocos los recursos disponibles, la preferencia fue para aquellos que nos acompañan y nos estimulan siempre con sus oraciones y contribuciones indispensables para llevar a cabo esta obra.

Con la ayuda de éstos fue posible, algunas semanas después, enviar nuestro libro a sacerdotes, a religiosos de ambos sexos, a misioneros que trabajan en condiciones difíciles, ignorados y muchas veces abandonados, en las más apartadas zonas del país. Para que, embebiéndose del amor a la Cruz, puedan llegar con calor y atraer a la virtud a cientos de miles de almas necesitadas y agobiadas...

Hasta el cierre de esta edición, ya se habían recibido prácticamente 200 respuestas, provenientes de los lugares más variados y distantes entre sí, en las que fervorosos y entusiasmados adherentes de «El Perú necesita de Fátima» nos alientan con su apoyo y sus oraciones para continuar una acción que espera beneficiar este año a decenas de miles de personas en todo el Perú.

Así mismo, hasta la fecha ya se ha logrado difundir entre religiosos y seglares alrededor de 1.700 ejemplares del libro Amar la Cruz, en 20 departamentos (las 4/5 partes del país).

Si bien la mayor parte de las meditaciones que componen el libro Amar la Cruz fueron escritas por el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira teniendo en vista la Cuaresma y la Semana Santa, ellas son adecuadas para cualquier época del año, más aún teniendo en cuenta la referida advertencia de la pequeña Jacinta:

“Los hombres se pierden porque no piensan en la muerte de Nuestro Señor y no hacen penitencia”.