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La Virgen Peregrina llega a Madre de Dios



Expectativa, piedad y entusiasmo en Puerto Maldonado


Iberia

Fue en 1567 que Don Juan Alvarez de Maldonado le dio al río Amarumayo el nombre de Madre de Dios, por el hecho de que, habiendo encontrado en una palizada la imagen de una Virgen, al contemplarla exclamaron: “¡Ésta es la Madre de Dios!”, y lo fueron repitiendo a cuantos encontraban a su paso. Sin duda, este gran conquistador nunca pensó que un día la capital del futuro departamento sería bautizada con su ilustre apellido.

Transcurridos más de 400 años, un nuevo suceso tuvo lugar en aquella tierra de tan sublime nombre: fue la misma Virgen, bajo la advocación de Fátima, que vino para reavivar el amor filial de sus verdaderos hijos.

La Virgen Peregrina viajó de Cusco a Puerto Maldonado por cortesía de la empresa aérea Star Perú. En el aeropuerto fue recibida por una comitiva que aguardaba ansiosamente ver a la Santísima Virgen por fin en su tierra. Al punto se organizó una verdadera caravana de mototaxis hacia la Catedral, y desde allí comenzó sus visitas a familias e instituciones.

También hubo la oportunidad de dirigirse a la localidad de Iberia, distante varias horas de viaje. Cuál no fue la sorpresa de los peregrinos al percatarse que la combi en que viajaban con la venerada imagen tenía que cruzar el caudaloso río Madre de Dios en una rústica plataforma flotante (“chatas”). Más adelante un nuevo obstáculo: una torrencial lluvia había dejado casi intransitables 35 km. de la carretera en construcción. Los vehículos literalmente patinaban en medio del fango, poniendo en riesgo el viaje.

Como es de suponer, el imprevisto produjo un retraso. Aunque en esas ocasiones el demonio siempre trata de infundir impaciencia y desconfianza, no lo consiguió con los pobladores de Iberia. Y fueron ampliamente reconfortados con la diáfana y maternal presencia de la Virgen Peregrina. El párroco dio la bienvenida y todos acompañaron con la mayor atención la explicación del mensaje de Fátima, y con gran fervor el rezo del santo rosario. La familia que recibió a la imagen fue la santa envidia de Iberia, pero muchas otras se inscribieron para una próxima ocasión. En la despedida el sacerdote pronunció palabras de aliento y admiración por la campaña y agradecimiento por haber llegado hasta lo que ellos consideran el “fin del mundo”.