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El infierno existe y es eterno PREGUNTA Su revista ha tratado varias veces del infierno. Me parece que nadie, después de muerto, volvió a la vida para decirnos la verdad sobre el infierno. RESPUESTA Hoy en día hay mucha dificultad en aceptar el dogma de la existencia del infierno y de la eternidad de sus penas. Esta dificultad nace de una idea errada, una idea sesgada de Dios. No se tiene en cuenta que si Él es la suma Bondad, es también la suma Justicia, y por lo tanto debe tratar a cada uno perfectísimamente según sus merecimientos. Para los que observan todos sus mandamientos y practican la virtud, se arrepienten sinceramente de sus pecados y fallecen piadosamente, el premio es el Cielo. A los que rechacen su gracia y lleven una vida de pecado en violación de sus mandamientos, apegándose tanto al pecado que mueren en la impiedad, el castigo es el infierno. Es la pura y perfectísima justicia.
Dios usó de su infinita misericordia para salvar a todos. ¡Nos dio a su Hijo Unigénito, nos dio a la Santísima Virgen María, nos dio la Iglesia, nos dio los siete sacramentos y nos da superabundantemente la gracia! Pero si muchos rehúsan esa misericordia y se endurecen en el pecado, o sea, se apartan de Dios, ¿qué se puede hacer? En sus prédicas, Nuestro Señor, nos alertó continuamente sobre el riesgo de la condenación eterna, del fuego del infierno, donde el gusano no muere (el eterno remordimiento). Basta abrir los Evangelios, especialmente el de San Mateo. Más allá de todo y por encima de todo, nos basta la voz solemne y sonora de la Santa Iglesia que, dogmáticamente, enseña que el infierno existe y que tanto él como sus suplicios son eternos (Symbolo Athanasiano, IV Concilio Lateranense). Sin entrar a comentar la doctrina sobre la naturaleza de la “pena de daño”, o sea, la eterna privación de Dios, es conveniente reafirmar que la “pena de los sentidos”, o sea, los tormentos aplicados a los demonios y a los réprobos por agentes externos —en este caso el fuego, real, objetivo, corpóreo—, aunque no es una verdad dogmáticamente definida, es calificada teológicamente como “cierta, común y católica”. Debemos amar a Dios por entero, en su bondad y en su justicia. Considerando que para nosotros no hay nada más importante que salvar nuestra alma.
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![]() ![]() Informe de sus aportes a la Alianza de Fátima ¿Necesita que alguien rece por usted? Advocaciones marianas en el Perú Suscríbase a nuestro boletín ![]() ![]() ![]() ![]() Nº 253 / Enero de 2023 El galeón sumergido Símbolo de la esperanza El naufragio del galeón Nuestra Señora de Atocha frente a las costas de Florida, en 1622 (Yeorgos Lampathakis, National Geographic Society) ![]() SantoralSanta Jacinta Mariscotti, Virgen![]() Más información aquí. † Fr. Luis Jerónimo de Oré y Rojas OFM+(1554-1630) Perú. Natural de Huamanga. Misionero franciscano, escritor y obispo de La Imperial (Chile). Participó como perito en el III Concilio Limense, por su conocimiento de los idiomas nativos. “Introdujo en muchas provincias la frecuencia de los santos sacramentos. Fue el primero que enseñó a los indios a rezar el oficio de Nuestra Señora”.16 Escritor proficuo, su obra maestra Symbolo Catholico Indiano fue escrita en castellano, latín, quechua y aimara. Redactó también la primera biografía de san Francisco Solano y una obra sob![]() |
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