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Dos mundos, el de ayer y el de hoy
Los trajes pueden reflejar la compostura. Hoy, lamentablemente, se encuentran trajes de lo más extravagantes en todas las calles y en cualquier lugar del mundo. Carlos Eduardo Schaffer La Kärtnerstrasse, saliendo del Rin, conduce a la Catedral de San Esteban. Andando por esta calle céntrica de Viena, encontré en una librería un álbum sobre trajes típicos austriacos. De él seleccioné la ilustración de la izquierda. Más adelante, me detuve frente a una tienda de moda joven, cuya vitrina exponía los maniquíes que se ven en la foto superior. Dos cuadros que reflejan dos mundos: el de ayer y el de hoy. En el primero, las pinturas retratan a personas del pueblo con vestimentas típicas de diversas regiones de Austria. Hombres y mujeres, aún en el vigor de la juventud, llevan trajes característicos de su profesión. Fácilmente se distinguen el ama de casa, la joven que lleva una cesta de frutas a casa, el cazador, el músico con la tuba, el vendedor de pequeños objetos de utilidad doméstica. Por fin, se ve a una joven que, con su misal, se dirige a la iglesia. Recato en el vestir, dignidad en el porte. Todo en ellos refleja pujanza de personalidad, donde nada es uniforme; todo muestra originalidad y buen gusto, sin extravagancia; todo expresa felicidad de situación y bienestar de una vida de buenas costumbres, lejos de la agitación de las grandes ciudades modernas. * * * La foto de abajo es de una tienda de confecciones considerada chic. En ella se ven a dos maniquíes con ropas que, durante el verano europeo, incontables jóvenes usan desinhibidamente en todas partes, tanto en las ciudades cuanto en las playas.
En el maniquí de la derecha, en que la ropa interior aparece bajo la exterior, se encuentra la aversión al recto orden de las cosas. En fin, trajes indecorosos y ordinarios, impuestos a la juventud de hoy por una moda imbecilizante. La belleza desapareció y es substituida por lo vulgar y lo descuidado. El impudor expulsó al recato. De la dignidad cristiana no resta el menor vestigio. Todo tiende a la extravagancia, al desorden y a lo desenfrenado. * * * Bien podría ser tachado de malhechor aquel que despojase de sus trajes típicos a los personajes del primer cuadro y los vistiese con los andrajos del segundo. Y con razón, pues estaría extinguiendo de la convivencia humana los valores cristianos que amenizan la vida en esta tierra: la belleza, el buen gusto, el recato y la dignidad. Hasta allá nos llevan los dictámenes de la moda. “¡Oh libertad! ¡Cuántos crímenes se cometen en tu nombre!” — clamó Madame Roland camino a la guillotina en la Revolución Francesa. Parafraseándola, bien se podría decir: “¡Oh moda! ¡Cuántos desatinos se cometen en tu nombre!”
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![]() ![]() Informe de sus aportes a la Alianza de Fátima ¿Necesita que alguien rece por usted? Advocaciones marianas en el Perú Suscríbase a nuestro boletín ![]() ![]() ![]() ![]() Nº 253 / Enero de 2023 El galeón sumergido Símbolo de la esperanza El naufragio del galeón Nuestra Señora de Atocha frente a las costas de Florida, en 1622 (Yeorgos Lampathakis, National Geographic Society) ![]() SantoralSanta Jacinta Mariscotti, Virgen![]() Más información aquí. † Fr. Luis Jerónimo de Oré y Rojas OFM+(1554-1630) Perú. Natural de Huamanga. Misionero franciscano, escritor y obispo de La Imperial (Chile). Participó como perito en el III Concilio Limense, por su conocimiento de los idiomas nativos. “Introdujo en muchas provincias la frecuencia de los santos sacramentos. Fue el primero que enseñó a los indios a rezar el oficio de Nuestra Señora”.16 Escritor proficuo, su obra maestra Symbolo Catholico Indiano fue escrita en castellano, latín, quechua y aimara. Redactó también la primera biografía de san Francisco Solano y una obra sob![]() |
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