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«Tesoros de la Fe» Nº 248

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La virtud y el vicio se destacan en la persona noble

El último fruto de la nobleza es que, así como una misma piedra preciosa refulge más engastada en oro que en hierro, así las mismas virtudes resplandecen más en el varón noble que en el plebeyo; por lo que la nobleza unida a la virtud es el máximo ornamento.

Que así como es mucho más brillante la virtud en un noble, así también en él el vicio es mucho más vergonzoso. Del mismo modo que es más fácil notar la suciedad en un lugar claro y bañado por los rayos del sol que en un oscuro rincón, las manchas en un áureo vestido que en uno ordinario y andrajoso, y las máculas y cicatrices en el rostro que en una parte oculta del cuerpo; así también en los nobles los vicios son más notables que en los hombres de condición vulgar, son mucho más desagradables de contemplar y afean más vergonzosamente el espíritu de los culpables. ¿Puede, en verdad, verse algo más indigno que un adolescente nacido de padres ilustres y de buena familia corrompido y entregado a las tabernas, juegos, bacanales y orgías?

 

* San Carlos Borromeo, Homiliae CXXII, apud Plinio Corrêa de Oliveira, Nobleza y élites tradicionales análogas en las alocuciones de Pío XII al Patriciado y a la Nobleza romana, Editorial Fernando III el Santo, Madrid, 1993, p. 290-291.



  




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Tesoros de la Fe


Nº 257 / Mayo de 2023

París, Mayo de 1968
La Revolución de la Sorbona

Barrio Latino de París, en la mañana del 11 de mayo de 1968, después de los violentos disturbios de la víspera



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Santoral

31 de mayo

Visitación de Nuestra Señora

+ . Anteriormente Fiesta de Nuestra Señora Reina. En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor...(Lucas 1:39-46) La celebración de la fiesta es iniciativa de San Buenaventura, franciscano, en 1263. El Papa Urbano VI (reinó de 1378-1389), la extendió a toda la Iglesia, pidiendo el fin del cisma que sufría la Iglesia.

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