El Perú necesita de Fátima Sobre todo, aceptad y soportad con resignación el sufrimiento que Nuestro Señor os envíe.
CampañasTienda VirtualTesoros de la FeDonaciones



«Tesoros de la Fe» Nº 182

La Palabra del Sacerdote  [+]  Versión Imprimible
AbcAbcAbc

¿Se puede sepultar a un protestante en una tumba católica?

PREGUNTA

Tengo una duda que pudiera ser la de muchos otros católicos. Veamos mi caso real: En mi casa reside una persona protestante. Ella no interfiere en nuestras celebraciones católicas, pero sabemos que no concuerda con muchas cosas como, por ejemplo, que recemos por los difuntos.

Pregunto: cuando esta persona protestante fallezca, ¿puede ser colocada en la misma sepultura en que yacen mis padres y tíos, todos ellos católicos fervorosos, unidos a Cristo por el manto de la Virgen María?

Mi preocupación radica en el hecho de que, cuando vayamos al cementerio a rezar por la salvación del alma de nuestros seres queridos, la persona protestante ¿podrá de alguna manera interferir con nuestras oraciones?

RESPUESTA

Monseñor José Luis Villac

Cuando recibí esta consulta, me acordé de una duda simétrica que dejó desconcertado a san Agustín. Simétrica porque la cuestión presentada a la gran lumbrera de la Iglesia se refería a la ventaja espiritual que podría traer a los difuntos el ser inhumado junto al cuerpo de algún mártir u otro santo. La pregunta del lector es opuesta: ¿qué mal puede acarrear a un buen católico el hecho de ser sepultado junto al cuerpo de un protestante?

Sin embargo, para dilucidarla, conviene comenzar por ver lo que san Agustín (354-430) respondió a san Paulino de Nola (353-431), ilustre convertido y uno de los mejores poetas de la época, que elogió al obispo de Hipona con estas palabras hiperbólicas: “Tus cartas son como un colirio de luz esparcido sobre los ojos de mi espíritu” (apud Choix d’écrits spirituels de Saint Augustin, traducción e introducción de Pierre de Labriole, Librairie Lecoffre, París, 1932, p. 8).

Dios se sirve del ministerio de los ángeles

San Paulino, obispo de Nola, había pues presentado exactamente la consulta que destacamos en el primer párrafo. San Agustín respondió con un pequeño tratado titulado De cura pro mortuis gerenda (La piedad con los difuntos). Una larga respuesta que, para la perfecta comprensión del problema, lo encuadra en todos sus aspectos, pero que reducimos al aspecto esencial, para ir directamente al punto levantado por el consultante.

Dice, pues, san Agustín:

“Aunque esta cuestión exceda la capacidad de mi inteligencia, ¿cómo los mártires ayudan a aquellos a los que, sin duda alguna, son socorridos por medio de ellos, cuando ellos mismos están presentes por sí al mismo tiempo en tan diversos lugares y tan distantes entre sí, bien donde están sus Memorias [el monumento en que sus reliquias fueron colocadas], bien, además de sus Memorias, dondequiera que se hace sentir su presencia? O si, separados de toda convivencia con los mortales en el lugar conveniente a sus merecimientos [es decir, en el cielo, a donde subieron después de su muerte], pero intercediendo en general por las necesidades de los que les suplican (así como nosotros oramos por los muertos sin estar nosotros presentes a ellos y sin saber nosotros ni dónde están ni qué hacen), Dios omnipotente, que está presente en todas partes, ni encerrado en nosotros ni alejado de nosotros, al escuchar las súplicas por los mártires, distribuye, por medio de los ministerios angélicos extendidos por todas partes, esos favores a los hombres que juzga que debe dárselos en medio de la miseria de esta vida, y donde quiere, cuando quiere, como quiere, y sobre todo por medio de sus Memorias está recomendando sus méritos con un poder admirable y una inefable bondad, porque sabe que esto nos conviene para edificar la fe de Cristo, por cuya fe ellos han sufrido.

“Esta es una cuestión mucho más profunda para que pueda ser solucionada por mí, y mucho más compleja para que yo pueda profundizarla. Por esa razón, ¿cuál de las dos maneras es la verdadera?, o ¿más bien lo son las dos?: el que unas veces sucedan esas cosas por la misma presencia personal de los mártires, y el que otras veces sucedan por medio de los ángeles que toman la figura de los mártires, no me atrevo a definirlo. Preferiría informarme bien de las personas que lo sepan”

(cf. www.augustinus.it/spagnolo/cura_morti/index2.htm).

Casi al final de su tratado, san Agustín observa: “En cuanto a la sepultura junto a las Memorias de los mártires, me parece que solamente le aprovecha al difunto para que, al encomendarlo a la protección de los mártires, se aumente también el fervor de la oración en favor suyo. Ahí tienes mi respuesta a las cuestiones que tú [san Paulino de Nola] has tenido a bien proponerme, tan precisa como he podido” (idem).

El “sensus fidelium” precedió la elaboración de los teólogos

La afanosa respuesta de san Agustín no va más allá. Ante lo cual tal vez se pueda decir que el sensus fidelium intuyó y precedió la elaboración de los teólogos, buscando la protección de los santos junto a sus sepulturas. Por eso dice un autor que “es una ley de la hagiografía que el culto a los santos comienza alrededor de su tumba” (Don Anscari M. Mundó OSB, El culto y las fiestas de San Benito, in San Benito su vida y su Regla, BAC, Madrid, 1954, Apéndice I, p. 698).

En la bula de canonización de san Clemente María Hofbauer, el Papa san Pío X confirma esta intuición de los fieles: “Los restos mortales de Clemente fueron honrados en el cementerio de Santa María d’Enzersdorf, con un gran culto. En efecto, a su sepultura afluyeron personas de todas las clases y condiciones sociales, tanto de Enzersdorf como de las localidades vecinas y hasta de la misma Viena, venerando esta tumba que ellas adornaban con coronas de flores y follaje. Hubo hasta quien, para testimoniar su devoción al santo, pidiera ser enterrado junto a él. Sin embargo, los discípulos de san Clemente […] no se consolaban por el hecho de que las reliquias de su bienamado padre reposasen y fuesen veneradas tan lejos de ellos. Por ese motivo, el 4 de noviembre de 1862, al repique de campanas y en medio de una enorme multitud de fieles, ellos las recondujeron a Viena, a su iglesia de Santa María de la Escalera, y muy piadosamente las depositaron en una magnífica sepultura. En aquel momento, una mujer […] desahuciada por los médicos, recobró súbitamente la salud. Así, la devoción a san Hofbauer fue creciendo, y de día en día las manifestaciones de culto junto a su nueva tumba se volvieron más grandiosas” (San Pío X, Bula de Canonización del beato Clemente María Hofbauer, 20 de mayo de 1909, Actes de Pie X, Maison de la Bonne Presse, París, p. 215-217).

¿Puede la presencia de un infiel ser un estorbo?

Nos queda considerar el caso concreto propuesto por el consultante, de la presencia de un protestante en la sepultura de católicos fervorosos. Ahí me cabe imitar la modestia de san Agustín y decir que es una cuestión nueva que aún no vi esclarecida por los doctos. Apenas me atrevo a emitir una opinión. En primer lugar, observo que el protestante que contesta las doctrinas y ritos católicos aún está vivo y, por lo tanto, se puede convertir y salvar su alma. Si, no obstante, rechaza la gracia de la conversión que Dios ofrece incluso en la última hora, puede atraer demonios a la tumba donde difuntos que murieron en la fidelidad a la Iglesia son protegidos al menos por sus ángeles de la guarda. ¿Se establecerá tal vez, alrededor de la tumba, una lucha entre ángeles y demonios? Me parece que, en este caso, el poder de Dios todopoderoso no permitirá que los demonios perjudiquen las oraciones que allí se hagan por los fieles católicos que comparten la misma sepultura. Hago entonces como san Agustín: ¡sin condiciones de emitir una opinión competente, la someto simplemente al parecer de los doctos!



  




Artículos relacionados

¿Se debe dar crédito a toda y cualquier aparición de Nuestra Señora?
¿Es lícito el matrimonio de un católico con alguien que no lo es?
Inquietudes sobre el ángel de la guarda
Asociaciones religiosas de otrora
¿Puede la Iglesia aceptar a sacerdotes casados? (Parte II)
¿Cómo hacer una buena confesión?
¿Puede un católico practicar yoga?
¿Cómo librarnos de los escrúpulos?
Fidelidad a la palabra de Jesucristo
¿Se puede disolver el matrimonio religioso?







Informe de sus aportes a la Alianza de Fátima ¿Necesita que alguien rece por usted? Advocaciones marianas en el Perú Suscríbase a nuestro boletín


COVID-19
¿El coronavirus es un castigo divino?
La pandemia y los grandes horizontes de Fátima
Mons. Athanasius Schneider: Nos gloriamos en las tribulaciones
Remedio seguro contra la “coronafobia”
Cardenal Raymond Leo Burke: Mensaje sobre el combate contra el coronavirus



Peregrinando
La Revolución de la Sorbona: París, Mayo de 1968
Después de la Crucifixión, el triunfo de nuestro Redentor
Nuestra Señora de la Buena Guardia
Fiesta de la Purificación de María Santísima
El galeón sumergido: símbolo de la esperanza
Loreto, la nueva Nazaret
El Milagro del Sol
San Nuno de Santa María
En la lucha contra el jefe del orgullo sigamos al Príncipe San Miguel
La sagrada Rosa de la Ciudad de los Reyes
La devoción al Inmaculado Corazón de María
El Jardín de Picpus
La gracia de Fátima actuando en Ucrania
Nuestra Señora de la Cabeza Inclinada
La crucifixión y muerte de Jesucristo
Confianza en María Inmaculada aun cuando todo parezca perdido
En este siglo de confusión, oh Madre del Buen Consejo, ruega por nosotros
Navidad
Fátima y el comunismo: dos profecías irreconciliables
150 años de la Comuna de París
San Juan Masías
Rosa de Santa María
Iglesia y Estado: ¿unión o separación?
Remedio eficaz contra los males contemporáneos
Las glorias de María
Santo Toribio de Mogrovejo
La Sagrada Túnica de Nuestro Divino Redentor
Santa Bernadette Soubirous
Corrupción en la sociedad: ¿Existe una solución?
Fiesta de gloria y de paz
Intransigencia de los Santos: irreductible fidelidad a su misión
Cristiandad
El ángel de la guarda, nuestro verdadero amigo
La Asunción de María Santísima
¡Vade retro Satanás!
El Santísimo Sacramento de la Eucaristía
La Madonna de Monte Bérico
Remedio seguro contra la “coronafobia”
El Hijo de Dios condenado por el más arbitrario de los procesos
Santa Jacinta de Fátima: Centenario de su fallecimiento (1920-2020)
La actitud católica frente a la muerte y la concepción materialista
¿Cómo rezar bien el rosario en honor a la Virgen María?
Grandezas y glorias de San José
Presencia diabólica en el mundo de hoy
Los rostros de la Virgen en el Perú
La Visita a los Monumentos - Jueves Santo
Un remedio eficaz contra la amnesia religiosa
Santidad: la verdadera gloria de Francisco y Jacinta



 



Tesoros de la Fe


Nº 257 / Mayo de 2023

París, Mayo de 1968
La Revolución de la Sorbona

Barrio Latino de París, en la mañana del 11 de mayo de 1968, después de los violentos disturbios de la víspera



Solicite aquí la visita de la Virgen Peregrina de Fátima




Santoral

31 de mayo

Visitación de Nuestra Señora

+ . Anteriormente Fiesta de Nuestra Señora Reina. En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor...(Lucas 1:39-46) La celebración de la fiesta es iniciativa de San Buenaventura, franciscano, en 1263. El Papa Urbano VI (reinó de 1378-1389), la extendió a toda la Iglesia, pidiendo el fin del cisma que sufría la Iglesia.

Más información aquí.






Ayude a difundir el mensaje de Fátima
Alianza de Fátima | Donaciones | Solicite visita de la Virgen | Tienda Virtual

Campaña promovida por la Asociación Santo Tomás de Aquino
Tomás Ramsey 957, Magdalena del Mar - Lima - Perú
..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... ..... .....