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«Tesoros de la Fe» Nº 178

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El primer deber de caridad es corregir a los que yerran

Refiriéndose a la falsa idea de amor al prójimo esparcida por los propagadores de la herejía modernista, enseña el Papa San Pío X:

Lo mismo sucede con la noción de la fraternidad, cuya base [los modernistas] colocan en el amor de los intereses comunes, o, por encima de todas las filosofías y de todas las religiones en la simple noción de humanidad, englobando así en un mismo amor y en una igual tolerancia a todos los hombres con todas sus miserias, tanto intelectuales y morales como físicas y temporales.

Ahora bien, la doctrina católica nos enseña que el primer deber de la caridad no está en la tolerancia de las opiniones erróneas, por muy sinceras que sean, ni en la indiferencia teórica o práctica ante el error o el vicio en que vemos caídos a nuestros hermanos, sino en el celo por su mejoramiento intelectual y moral no menos que en el celo por su bienestar material.

Esta misma doctrina católica nos enseña también que la fuente del amor al prójimo se halla en el amor de Dios, Padre común y fin común de toda la familia humana, y en el amor de Jesucristo, cuyos miembros somos, hasta el punto de que aliviar a un desgraciado es hacer un bien al mismo Jesucristo. Todo otro amor es ilusión o sentimiento estéril y pasajero.

 

San Pío X, encíclica Notre Charge Apostolique, sobre los errores de Le Sillon y la democracia, del 23 de setiembre de 1910.



  




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Tesoros de la Fe


Nº 257 / Mayo de 2023

París, Mayo de 1968
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Barrio Latino de París, en la mañana del 11 de mayo de 1968, después de los violentos disturbios de la víspera



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+1134 Alemania. De familia emparentada con los Emperadores, pasó su juventud, según sus palabras, “como ciudadano de Babilonia, esclavo del placer y prisionero de sus caprichos”. Un rayo que casi lo fulmina lo llevó a la conversión. Después de dedicarse a la predicación, fundó los Canónigos Regulares Premostratenses. Electo Obispo de Magdeburgo, fue un ejemplo de verdadero pastor de almas.

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