Palmeras imperiales Gracia, naturalidad y lógica
PLINIO CORRÊA DE OLIVEIRA
Un ejemplo magnífico de palmeras imperiales son aquellas del Jardín Botánico, en Río de Janeiro. Dos hileras de palmeras muy altas y sus copas aisladas en la cima: como soldados presentando armas a un rey de ensueño que debe pasar, y en cuya expectativa ellas están alineadas para el saludo militar. Consta, además, que fue don Juan VI — rey de Portugal y Brasil— quien las mandó plantar.
Aquellas palmeras ostentan, como vegetales, la belleza de las cosas directamente creadas por Dios. Es un alineado de palmeras muy bonito, grandioso, proprio a determinar movimientos de alma de entusiasmo. ¿Por qué entusiasma? Si el entusiasmo es bueno, aquello debe agradar los elementos de orden que existen en el hombre.
¿Cuáles son esos elementos de orden?
* * *
Ellas son muy altas y tienen un aspecto que se aprecia mucho en ciertas columnas. Una columna no es tan bella cuando es un cilindro igual desde el suelo hasta el techo. Lo bonito de una columna es cuando ella tiene una proporción entre el diámetro mayor de abajo y el menor de arriba, de modo que ella se va afinando cada vez más hasta llegar a lo alto, sin ningún salto brusco. Ella debe ir afinándose como un taco de billar, hasta arriba. Esto es lo bonito de la columna.
La columna vegetal de la palmera, como no tiene follaje, sube con facilidad y gracia, dando la impresión de tocar las nubes con tanta naturalidad y con tanta lógica, que nuestro sentido del orden se encanta en contemplarla.
Arriba, después de una gran ascensión muy lógica, existe el follaje entregado a la fantasía de los vientos. Y es un follaje muy noble, con hojas largas, que parecen hechas para fluctuar hacia todos lados, y que evidencian la firmeza del árbol. Ella no cede, y no hay viento que la haga vacilar.
Al percibir este contraste, instintivamente, da gusto ver que aquello está ordenado, la naturaleza del hombre se alegra al ver tal ordenamiento.
* * *
Pero también hay diferencia de colores. Aquel tronco seco tostado, marrón muy oscuro tendiente al negro, al llegar a la parte superior, da lugar al verde claro del follaje, que demuestra que el árbol no está muerto. Del suelo, al interior de su oscuro tronco, va subiendo la savia en una ascensión asombrosa, que irriga toda la palmera sin que se lo perciba. Arriba, aquella parte más delicada brilla al sol. Hay una bonita proporción de colores entre el verde claro del follaje y la madera oscura del tronco.
Percibimos entonces que la palmera, desde varios aspectos, satisface nuestro sentido del orden. El resultado de ello es que despierta entusiasmo. 
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Nº 257 / Mayo
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París, Mayo de 1968
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Barrio Latino de París, en la mañana del
11 de mayo de 1968, después de los violentos disturbios de la víspera
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Santoral31 de mayo
Visitación de Nuestra Señora + . Anteriormente Fiesta de Nuestra Señora Reina.
En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!»
Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor...(Lucas 1:39-46)
La celebración de la fiesta es iniciativa de San Buenaventura, franciscano, en 1263. El Papa Urbano VI (reinó de 1378-1389), la extendió a toda la Iglesia, pidiendo el fin del cisma que sufría la Iglesia.
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