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«Tesoros de la Fe» Nº 175 > Tema “Las mil devociones a la Santísima Virgen en el Perú”

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La Virgen Negra de París

En las más terribles pruebas siempre hay un refugio seguro: la Virgen María.  Basta recurrir a Ella. Es lo que nos enseña la historia de la devoción a Notre Dame de Bonne Délivrance.

VALDIS GRINSTEINS

Notre Dame de Bonne Délivrance

Pocas palabras francesas son tan delicadas para traducir como délivrance . Quiere decir entrega, liberación; o, en términos médicos, parto, nacimiento. Liberación no tiene aquí el sentido marxista que le dio la Teología de la Liberación, o sea, lucha de clases y odio por motivos económicos. Se trata de librarse de una prueba, de una carga, de un problema. También se entiende como un alivio, un desahogo; incluso un bálsamo.

Nunca fue tan bien utilizado este vocablo como en el caso de san Francisco de Sales. Como obispo de Ginebra, estaba destinado por la Providencia Divina para luchar contra los errores del calvinismo, que presentaba a un Dios rígido, caprichoso, inmisericorde, que condena al infierno casi sin motivo. Según el hereje Calvino, Dios dividió a los hombres en una ínfima minoría de elegidos, predestinados al cielo, y la grandísima mayoría de la humanidad, predestinados al infierno. En resumen, un Dios injusto, amargo y nada paterno.

Una tentación apartada

Justamente a san Francisco de Sales, llamado a luchar contra tales errores, siendo aún muy joven le vino la tentación de que estaba predestinado al infierno.

Por lo tanto, de nada valdría lo que él hiciera, su destino estaba determinado independientemente de sus buenas o malas obras. ¡Terrible prueba! Él estudiaba en un colegio en París. Cerca había un convento, donde se veneraba una imagen de la Santísima Virgen, grande y de color negro, llamada de la Buena Liberación (Bonne Délivrance , en francés). Afligido por la terrible prueba, a los pies de esta imagen el futuro santo solía rezar con mucho fervor:

“Si tengo que irme al infierno para siempre, concédeme que allá yo pueda seguirte amando. No me importa que me mandes todos los suplicios que quieras, con tal de que me permitas seguirte amando siempre” . Una oración, como se ve, de un auténtico hijo de la luz, pues no se rebela contra Dios y busca siempre su mayor gloria.

Duraba ya algún tiempo esta angustiante prueba y san Francisco volvió una vez más a rezar ante esta imagen. Renovó el voto de castidad que allí mismo había hecho con anterioridad y prometió rezar todos los días el rosario, si fuese liberado de sus angustias. Por fin, al recitar la conocida oración “Acordaos, oh piadosísima Virgen María…” , la prueba terminó. En sus propias palabras, sintió “que una costra de lepra se desprendía de mí” .

Había sido liberado de la tentación.

Diversas pruebas

La historia de la imagen de Notre Dame de Bonne Délivrance comienza en los siglos XIII-XIV. Para quien la ve por primera vez, parecería ser de madera negra, pero está tallada en un bloque de piedra oscura de un metro y medio de altura. Originalmente la imagen estaba en una capilla lateral de la iglesia de san Esteban des Grés, en París, muy cerca de la famosa universidad de la Sorbona. Como en la universidad enseñaban los padres dominicos, no sorprende que entre sus devotos estuvieran los primeros santos de esa Orden, como santo Domingo de Guzmán, santo Tomás de Aquino, san Alberto Magno y el beato Jordán de Sajonia.

En el siglo XVI el protestantismo con todas sus plagas convulsionó París. Para combatirlo, fue organizada una cofradía en honra de la Virgen Negra . Era imprescindible liberarse de aquellas doctrinas, que le costaron a Francia tres guerras civiles con miles de muertos. En 1533, la hermandad fue organizada por el padre Jean Olivier. Llegó a tener 12.000 miembros, entre ellos varios reyes, como Luis XIII y Luis XIV.

Convento de las Hermanas Hospitalarias de Santo Tomás de Villanueva, en Neuilly-sur-Seine (área metropolitana de París), en cuya capilla se encuentra hoy la venerada imagen

Toda obra buena tiene enemigos, porque el demonio no toma vacaciones. La cofradía fue atacada y a mediados del siglo XVIII clausurada bajo el alegato de “problemas legales”, que de hecho escondían el odio antirreligioso. Ese odio se manifestó poco después, con la Revolución Francesa: sacerdotes asesinados, conventos destruidos, persecución general contra los católicos. Entre otras medidas, todos los bienes de la Iglesia fueron puestos en venta. Como injuria suprema, los revolucionarios hicieron lo mismo con la imagen de la Bonne Délivrance. Pero una piadosa dama, la condesa de Carignan-SaintMaurice, decidió no tolerar aquello. Arriesgando su propia vida, para evitar la profanación —que un remate público de la imagen significaría— se anticipó al evento y fue a ver al vendedor, comprándola por un alto precio. Guardó la imagen en su casa, a la espera de días mejores.

Pero Dios, que escribe derecho sobre líneas torcidas, tenía otros planes. Permitió entonces que la piadosa condesa, por su condición de noble y católica, fuera encarcelada. En la prisión se encontraban unas religiosas de la Orden Hospitalaria de santo Tomás de Villanueva, forjándose una amistad entre ellas y la dama, quien les contó la historia de la imagen y sus milagros. Decidieron pedir juntas la liberación de la prisión y fueron oídas antes de lo que pensaban. Sin embargo, los revolucionarios pusieron en venta la casa de las monjas, dejándolas en la calle. En un gesto admirable, madame de Carignan hizo la promesa de ceder la imagen a las religiosas, si aquel peligro fuese superado. Las monjas empezaron una novena y la condesa de Carignan arriesgó la vida otra vez. Se dirigió a los revolucionarios del distrito, donde defendió a las religiosas y su trabajo desinteresado en favor de los enfermos. Los carteles del remate ya habían sido pegados en la pared del edificio, pero el día de la subasta fueron arrancados y nadie se presentó para adquirirlo.

Santos devotos de la imagen

Por esa misma capilla de las monjas de Santo Tomás de Villanueva pasaron varios santos que veneraron la imagen.

Uno de ellos es el conocidísimo san Juan Bosco, que en su viaje a París, en 1883, celebró una misa ante su altar. La capilla estaba repleta, debiendo muchas personas asistir a la misa desde el patio, llegando hasta la calle. Otra alma devota fue santa Magdalena Sofía Barat, que rezó mucho ante la imagen durante la elaboración de las constituciones de la congregación que fundó.

En 1883 Don Bosco realizó un largo viaje a Francia, a pedido del Papa León XIII, a fin de recoger fondos para terminar la construcción de la iglesia del Sagrado Corazón de Roma

No pensemos, sin embargo, que la Santísima Virgen atiende solo a los santos. Ella atiende especialmente a aquellos que, en peligro de pecar o de desesperar, piden su auxilio. Fue el caso del padre Claude Bernard, en el siglo XVIII, que llevaba una vida mundana y poco santa. Durante una peste en un barrio de París, una señora amiga le avisó de que, por temor de contagiarse, iría a pasar unos días en su casa. Aunque el sacerdote estaba seguro de que caería en la tentación que tal presencia representaba, no tuvo fuerzas para rechazar el pedido. Viendo el abismo al que se aproximaba, corrió al lugar donde estaba la imagen, pidiendo ayuda. Después de rezar, se enteró que la señora amiga había cambiado de idea. Esto le bastó para sentir cuánto la Virgen cuidaba de él, lo que lo llevó a cambiar por completo de vida. Se volvió entonces un virtuoso y ejemplar sacerdote, llegando a ser conocido como el padre de los pobres de París.

Estos ejemplos nos muestran cómo podemos pedir a María Santísima que nos libre de nuestras miserias, siendo Ella la madre que saca de los problemas y aparta las tentaciones de sus hijos o les da fuerzas para vencerlas.



  




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