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El Milagro de la Santa Casa de Loreto
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La guerra va a acabar



Las guerras —según enseña San Agustín— son castigos que Dios manda a las naciones por sus pecados. En 1917, Europa estaba devorada por los horrores de la Primera Guerra Mundial, cuyo precio fue de 22 millones de muertos y 30 millones de heridos. Hasta entonces el mundo no había conocido un flagelo semejante.

En la aparición de julio, la Virgen dijo a los niños:

— “Quiero que volváis el trece del mes que viene y que continuéis rezando el rosario todos los días en honra de Nuestra Señora del Rosario, para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, porque sólo Ella os puede ayudar”.

La Virgen María conoce la fuerza de la oración, en particular la del Santo Rosario; y, el poder de su intercesión, porque es la Medianera Universal de todas las gracias.

Luego, al comenzar la segunda parte del secreto, añadió:

— “Si hacen lo que Yo os diga, se salvarán muchas almas y tendrán paz”.

Nótese bien, la frase es condicional. Muestra el camino; aquel que no quiera seguirlo se extraviará.

En seguida, contra los pronósticos del momento —pues las escaramuzas en las trincheras parecían de nunca acabar— la Santísima Virgen anuncia el fin de la guerra:

— “La guerra va a acabar”.

En el mes de octubre, volvió a repetir:

— “La guerra va a terminar y los militares volverán pronto a sus casas”.

Al año siguiente 1918, tal como Nuestra Señora lo predijo, la guerra acabó. Cumpliéndose así, al pie de la letra, esta parte de la profecía de la Virgen de Fátima.     


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