La Palabra del Sacerdote Un mundo construido sin Dios y contra Dios

 

Pregunta

Una prima se va a casar con un hombre divorciado (que ya se casó en la Iglesia). Fui invitada al matrimonio, sin embargo, dije que no iría; lo cual causó malestar en la familia. Ejemplos como ese los vivo constantemente, con amigos vueltos a casar, etc., que siempre ponen a prueba mis valores cristianos (¡innegociables!). ¿Cuál es la mejor o la verdadera postura del católico frente a esas amenazas que, en el mundo actual, son más constantes? ¿Fui incorrecta al ser firme y negar el adulterio y no pactar con ese pecado? ¿O debería haber ido al “matrimonio” para intentar la conversión de ellos, siendo la más próxima?

Respuesta

Frente a las circunstancias que la consultante nos describe, como católica fiel a las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo y de la Santa Iglesia, su postura no podía ser otra. En efecto, aunque fuera invitada, no podía asistir a una boda en que uno de los contrayentes ya estaba casado por la Iglesia. El divorcio que él obtuvo en la esfera civil no disuelve el vínculo conyugal establecido ante Dios. Él, por lo tanto, permanece casado, y la nueva unión que intenta contraer constituye una situación de adulterio que envuelve a ambos convivientes.

Así, aunque la negación de la consultante de comparecer al evento haya creado —como efectivamente lo fue— una situación de malestar en la familia, esa actitud era la única que se ajusta a su condición de católica. Lo contrario, como ella observa muy bien, sería pactar con el pecado de adulterio.

También es lúcida y oportuna su observación de que cada vez más el mundo moderno pone a los fieles católicos en situaciones que traban la convivencia familiar, una vez que eso supondrá no visitar el nuevo hogar que así se cree, así como no participar de eventos de familia que venga a promover, como fiestas de cumpleaños y conmemoraciones semejantes. Toda la relación familiar quedará así conturbada.

Al final de la consulta, se me pide una orientación sobre cómo proceder para intentar la conversión de la nueva “pareja”. La situación es delicada y compleja; va a depender mucho de la reacción que su prima manifieste frente a su actitud. Pídale a Nuestra Señora del Buen Consejo que la ayude a encontrar las palabras adecuadas para, por un lado, dejar clara su reprobación al “matrimonio” realizado en las condiciones descritas, y, por otro, hacerles ver, en el momento oportuno, el mal camino adoptado por ambos, que no conduce al cielo, sino muy al contrario...

Una cuestión de suma actualidad

Tal vez sin darse cuenta, la consultante levantó un problema de la mayor actualidad, en la sociedad como un todo y en especial en la Iglesia. Sobre este tema, ya se realizó hasta un Sínodo extraordinario en Roma, en octubre pasado, y está convocado otro, ordinario, para octubre próximo. El Papa Francisco quiere que los obispos convocados para este Sínodo indiquen las soluciones para resolver el caso de los divorciados vueltos a casar y parejas irregulares en general. La consulta nos da la oportunidad de opinar sobre el asunto, tanto más cuanto el Papa Francisco hizo preceder el Sínodo de octubre de 2014 de un cuestionario para que los fieles de todo el orbe expusieran su pensamiento a respecto de esos temas, y nuevamente ahora, antes del próximo Sínodo, quiere saber lo que ellos opinan sobre el documento en que están condensadas las opiniones —favorables y contrarias— emitidas por los obispos en el Sínodo anterior.

Así, pedimos venia para ponderar con la máxima reverencia que, en todo el abordaje de la cuestión, no llegó a nuestro conocimiento que alguien levantara una cuestión obvia: —Es comprensible que se quiera resolver los casos existentes. Los fieles católicos ven con benevolencia —no exenta de preocupación— que se busque una solución que respete el principio de la indisolubilidad del matrimonio rato y consumado, de acuerdo con los principios del Evangelio y las normas del Derecho Canónico. Inclusive ya tuvimos oportunidad de tejer algunas consideraciones al respecto en esta sección (cf. Tesoros de la Fe, nº 160, abril de 2015). Pero la cuestión obvia que no parece estar siendo colocada en el debido realce es la siguiente: si los casos de divorciados vueltos a casar ya son hoy tan numerosos y diseminados por el mundo, ¿qué es necesario hacer para que, en vez de que se multipliquen, su número refluya, y por fin sea reducido a un porcentaje insignificante?

Ahora bien, está a la vista de todos que la sociedad moderna se va moviendo en una posición cada vez más distanciada de los principios cristianos. Así, es sensato prever que el número de casos análogos más bien aumente en la medida que la sociedad se deteriora.

En esas condiciones, la solución doctrinal ortodoxa y canónicamente legal a que eventualmente se llegue en el próximo Sínodo resolverá algunos casos, no obstante no impedirá que surjan nuevos. Tampoco evitará que su número aumente significativamente, a medida que la sociedad se descristianiza...

Un mundo construido sin Dios y contra Dios

En su libro Revolución y Contra-Revolución, el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira describe con gran objetividad y acierto el proceso revolucionario por el cual se pasó de la civilización cristiana medieval —religiosa y sacral— a la sociedad moderna —naturalista y atea. Las diversas etapas de esa siniestra caminata —el Renacimiento y la Pseudo-Reforma protestante, la Revolución Francesa y el Comunismo— son por él descritas de forma sintética y profunda, ya muchas veces comentadas aquí.

Apenas para situar al lector en la amplia problemática, transcribimos lo que el ilustre autor destaca al comienzo de su obra (Parte I, c. 3, nº 5), citando un trecho de Pío XII: “A este proceso bien se le pueden aplicar las palabras de Pío XII relativas a un sutil y misterioso ‘enemigo’ de la Iglesia: «Él se encuentra en todo lugar y en medio de todos: sabe ser violento y astuto. En estos últimos siglos intentó realizar la disgregación intelectual, moral, social, de la unidad en el organismo misterioso de Cristo. Quiso la naturaleza sin la gracia, la razón sin la fe; la libertad sin la autoridad; a veces, la autoridad sin la libertad. Es un ‘enemigo’ que se volvió cada vez más concreto, con una ausencia de escrúpulos que aún sorprende: ¡Cristo sí, la Iglesia no! Después: ¡Dios sí, Cristo no! Finalmente el grito impío: Dios está muerto; y hasta Dios jamás existió. Y he aquí la tentativa de edificar la estructura del mundo sobre las bases que no dudamos en señalar como las principales responsables por la amenaza que pesa sobre la humanidad: una economía sin Dios, un derecho sin Dios, una política sin Dios» (Alocución a la Unión de los Hombres de la Acción Católica Italiana, 12-10-52)”.

Si esto era así en abril de 1959, cuando Plinio Corrêa de Oliveira publicó la primera edición de su obra, ese cuadro sólo se confirmó y agravó con los acontecimientos que ensombrecieron la segunda mitad del siglo XX y que el autor analizó en ediciones posteriores, en 1976 y 1992, respectivamente.

El mensaje de Fátima confirma ese juicio sobre el mundo actual

Algún lector propenso a ver apenas el lado róseo de las cosas pensará que tal juicio sobre el mundo de hoy es fruto de una mentalidad pesimista. A esto basta redargüir con el clarividente mensaje que la Santísima Virgen transmitió al mundo en Fátima, cerca de 100 años atrás, precisamente de mayo a octubre de 1917.

En él, la divina mensajera del Padre Eterno ofrecía al mundo moderno dos salidas:

a) o renegaba de su ateísmo y se volvía hacia Dios por medio de una seria y sincera penitencia;

b) o sería destruido por un enorme castigo.

En una hipótesis como en la otra, un hecho se cumplirá: ¡el mundo moderno, en cuanto tal, con su laicismo y ateísmo, dejará de existir!

Nos permitimos ofrecer estas consideraciones a los que han sido convocados para asesorar al Papa Francisco en el Sínodo de octubre: la cuestión que deben resolver tiene como fondo de cuadro un panorama muy grave ya vislumbrado por el Papa Pío XII a mediados del siglo pasado; e incluso antes, por varios de sus antecesores.

* * *

Por cierto, la amable consultante no imaginaba que su pregunta terminaría en un escenario aparentemente tan lejano de sus elucubraciones. En realidad, ella ciertamente avizoró que algo muy serio estaba envuelto en su pregunta, tanto así que percibió cómo la sencilla cuestión de un matrimonio ilícito la obligaba, para mantenerse fiel a “valores cristianos innegociables”, a enfrentar una acuciante cuestión familiar. Y ella, valientemente, se manifestó dispuesta a hacerlo.

Que el Inmaculado Corazón de María, que prometió amparar a todos los que se dispongan a seguir sus disposiciones, la ayude a vencer, con tacto y valentía, todas las dificultades que surjan. 

Santa Verónica Giuliani San Gimignano
San Gimignano
Santa Verónica Giuliani



Tesoros de la Fe N°163 julio 2015


Los Videojuegos ¿Qué tienen de malo?
Nº 163 - Julio 2015 - Año XIV El hombre fue hecho para el cielo y no para esta tierra Familia numerosa, una bendición de Dios ¿Qué tienen de malo los videojuegos? Jesús expulsa a los mercaderes del Templo y elige a los Apóstoles Santa Verónica Giuliani Un mundo construido sin Dios y contra Dios San Gimignano



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